Aristóteles- !D4FJ@JX80H (384-322 a.C.)

 

Aristóteles nació en el 384 a.C. en Estagira en lo que entonces era Macedonia. Fue discípulo de Platón y preceptor de Alejandro Magno. Entendió al hombre como un animal racional y político. Y creyó firmemente que solo lo individual, lo particular es real.

 

Desde ahora en adelante vamos a hablar de la única figura de talla semejante a la de Platón que hay en la historia de la filosofía: Aristóteles.

 

Aristóteles fue discípulo de Platón del mismo modo que Platón lo había sido a su vez de Sócrates, pero se alejó en parte muy sustancial de la doctrina de su maestro. En una ocasión cuentan que dijo "Amicus Plato, sed magis amicas veritas" (“soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”), por eso tenía que romper y separarse de la obra de su maestro. Alguien ha comentado que todos los hombres somos platónicos o aristotélicos. Platón es la doctrina de las ideas, es la búsqueda de un mundo en el que los universales eternos, inmortales, etc. se conservan y proyectan su influjo conceptual sobre el mundo de la materia. En cambio Aristóteles es un realista, Aristóteles no cree en otro mundo ideal sino que cree que los conceptos –las llamadas ideas- están realmente en nuestro mundo. Es decir, lo que existe son individuos, cosas, objetos y a partir de esos individuos y objetos, buscando sus semejanzas, nuestra cabeza, nuestra mente, es la que busca el concepto y la que crea el concepto. El concepto no está en otro lugar ideal sino que está en nuestra capacidad de pensar sobre la diversidad del mundo. Vemos cosas diferentes, cosas distintas y las agrupamos de acuerdo a clases en un concepto, pero ese concepto es una producción nuestra, es una proyección de nuestra capacidad intelectual.


El hombre es un animal racional y político. Para Aristóteles, los dos rasgos son fundamentales. Nos distinguimos por la razón porque somos capaces de pensar y reflexionar sobre lo que hacemos y, sobre todo, de asombrarnos, que es el comienzo de la filosofía. El principio de la filosofía es el asombro ante el mundo, el preguntarnos por qué. Y luego somos animales políticos, es decir, tenemos que vivir en la polis, tenemos que vivir en comunidad con los demás. No hay seres humanos que puedan vivir solos porque todos tenemos lenguaje, somos seres simbólicos, y por lo tanto un ser que tiene un lenguaje que él no ha inventado necesita de los otros seres para compartir ese mundo de símbolos con ellos.


Aristóteles nació en Estagira en el año 384 a.C. y murió en Calsis, en el año 322 a.C. Era hijo de un médico de la corte Macedonia. Durante 20 años fue discípulo de Platón en la famosa Academia de Atenas. Mientras Platón vivió fue fiel a sus enseñanzas. Luego desarrolló su propia filosofía en abierta disidencia respecto del platonismo.


En el año 343 a.C. Filipo II de Macedonia llamó a Aristóteles a su corte para que fuese el preceptor de su hijo Alejandro. Cuando Alejandro ascendió al trono Macedonio, Aristóteles volvió a Atenas y fundó una escuela alquilando un terreno junto al santuario dedicado a Apolo Liceo. De ahí tomó su nombre la escuela aristotélica: el Liceo. Allí Aristóteles se dedicó a investigar y enseñar Lógica, Física, Biología, Ética, Política y otras disciplinas. Además fundó, con la ayuda económica de Alejandro, una gran biblioteca y un curioso zoológico. En el terreno arrendado había un jardín con senderos. A Aristóteles le gustaba pasear por este lugar mientras daba sus clases de la mañana, dedicada a los discípulos más avanzados.

 

Como en griego “paseo” o “lugar de paseo” se dice “peripatos”, los asistentes a esas clases fueron llamados “peripatéticos”. Los apuntes correspondientes a las clases que impartía Aristóteles por la mañana son lo que se ha llamado “Escritos esotéricos”, y son los que conservamos. De los otros llamados “Exotéricos” sólo nos han llegado unos pocos fragmentos.

 

Prof. Lic. Claudio Andrés Godoy


 

Amicus Plato, sed magis amicas veritas

Descarga
Introducción a Aristóteles
Aristóteles_Introducción.pdf
Documento Adobe Acrobat 543.4 KB

La Ética Aristotelica

Analizaremos ahora la respuesta aristotélica a la pregunta "¿Qué es el bien?"

 

El filósofo comienza reflexionando que toda actividad, dentro de cualquier campo ha de tener necesaria, imprescindiblemente, un fin; para aquel que realiza una acción, esta se le presenta, además, como capaz de reportarle un bien. Así se llega, en el primer párrafo de Ética a Nicómaco -libro que, según parece, Aristóteles dedicó a su hijo Nicómaco-, a la identificación de ambos conceptos: toda actividad tiende a un fin que es a la vez un bien:

 

“Todo arte y toda investigación científica, lo mismo que toda acción y elección, parecen tender a un bien y por ello definieron con toda pulcritud el bien los que dijeron ser aquello que todas las cosas aspiran”[1]

 

Siendo, como son, muy numerosas las actividades humanas, también lo son los fines que nos podemos proponer. Aristóteles da algunos ejemplos relacionados con las artes y las ciencias: "el fin de la medicina es la salud, el de la construcción naval, el navío". Además no todos los fines son jerárquicamente iguales; algunos son importantes que los demás y, así, los primeros subordinan a los segundos. Advertimos entonces que se presentan ante el hombre verdaderas cadenas de fines cuyos eslabones no constituyen, en última instancia, sino medios.

 

Sin embargo, no es suficiente hablar de fines "finales" en el sentido de fines que se persiguen por sí mismos. Para que nuestro desear tenga un sentido es imprescindible que todos nuestros fines converjan hacia un fin último que valorice a los demás: a ese fin último lo denomina Aristóteles "Bien Supremo" -o Sumo Bien- y lo compara con el blanco al que deben apuntar los arqueros[2].

 

Pero ¿cuál es y dónde está el Sumo Bien? Aristóteles señala que tanto el vulgo como la gente culta lo identifican con la felicidad -en griego, "eudaimonía "-, noción que incluye tanto la de comportarse bien como la de vivir bien, pero no todos coinciden respecto de aquello en lo que reside. ¿Cómo se puede reconocer al Sumo Bien? ¿Qué requisitos debe reunir para ser tal? El primero: "ser siempre apetecible por sí mismo y no por otra cosa", esto es, ser absolutamente final; y el segundo, "tornar la vida amable por sí solo", es decir, ser autosuficiente[3]. Esta última noción se relaciona con las de perfección y autarquía: el Bien Supremo tendrá que ser el más elevado y, como tal, permitir al hombre gobernarse a sí mismo.

 

A continuación, Aristóteles analiza los distintos géneros de vida en los que lo seres humanos han creído encontrar la felicidad: 1) el placer, 2) los honores, que corresponden a la vida política, y 3) la riqueza. Con respecto al primero, si bien es final, ya que no se busca con miras a otra cosa, a) no vuelve al hombre autárquico, ya que lo lleva a depender del objeto de placer, como ocurre en el caso del alcohol, el tabaco o las drogas, por ejemplo, y b) no es digno del hombre dotado de un alma racional. "Al elegir una vida adecuada al ganado" -dice-"la mayoría se muestra totalmente abyecta" Con respecto al segundo, tampoco es admisible, ya que: a "los honores están más en quien los da que en quien los recibe"; como tales, podríamos añadir, pueden ser entregados y/ o quitados arbitrariamente, mientras que "el verdadero bien debe ser algo propio y difícil de arrancar del sujeto", y b) los que los persiguen lo hacen para persuadirse a sí mismos de su propia virtud, "con todo lo cual dejan ver claro que aun en su propia estimativa la virtud es superior a la honra". Finalmente, tampoco es aceptable la riqueza, porque: "a) la vida de lucro es antinatural (los negocios, o sea los procedimientos usados para adquirir riquezas, destruyen el ocio -nec otium- que es el tiempo libre dedicado a la reflexión) y b) es claramente medio y fin en sí mismo"[4]

 

En este punto nos preguntamos nuevamente: ¿en qué consiste la felicidad? Para establecerlo mejor, Aristóteles comienza preguntándose cuál es la actividad específicamente humana. Da por supuesto que la hay, ya que 1) cada parte del cuerpo tiene para él una función determinada -así, por ejemplo, el ojo, la mano y el pie- y b) cada miembro de la sociedad tiene, dentro de esta, la suya -así, por ejemplo , el escultor, el albañil y el zapatero-. Hay que dejar de lado las funciones vegetativas -nutrición y reproducción- pues estas las comparte el hombre con todos los seres vivos. Tampoco podrá ser puramente humana la vida sensitiva, compuesta de sensaciones y sentimientos, porque también los animales poseen ese conocimiento aportado por la sensación y esas conmociones afectivas que producen placer o dolor.

 


Prof. Lic. Claudio Andrés Godoy

[1] ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco., libro I, p. 33.

[2] ARISTÓTELES, op. cit., libro I, p. 3.

[3] ARISTÓTELES, op. cit., libro I, p. 8.

[4] ARISTÓTELES, op. cit., libro I, pp. 5-6

 

Descarga
La Ética Aristotélica
Para saber más sobre la Ética Aristotélica...
Aristóteles_La Ética.pdf
Documento Adobe Acrobat 935.9 KB

La Política en Aristóteles

Aristóteles insiste con relativa frecuencia en que las virtudes éticas solo se pueden conseguir en el seno de una adecuada organización política, ya que para él, el ser humano es, por naturaleza (physis), un animal político. 

 

A la hora de justificar tal principio, una vez más recurre a la naturaleza (physis). «La naturaleza no hace nada en vano y el ser humano es el único animal dotado de palabra». La palabra sirve para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, lo justo y lo injusto, además del resto de los valores. Ahora bien, este tipo de manifestaciones solo es posible viviendo en sociedad, luego el ser humano es, por naturaleza, social.

 

En consecuencia, la política será la reina de las ciencias prácticas. La concepción aristotélica de la política significa, prácticamente, lo contrario de lo que significa en la actualidad. Así, hoy en día se piensa que el político ha de tener en cuenta las exigencias de la ética o, dicho de otro modo, que la política debe encontrarse subordinada a la ética. Por el contrario, la concepción de Aristóteles supone la subordinación de la ética a la política o, tal vez mejor, la reducción de la ética a una parte de la política.

 

Aristóteles justifica su concepción del modo siguiente. La ética se ocupa del bien del individuo, en cambio, la política se ocupa del bien de la sociedad. Pero, en primer lugar, el todo —la sociedad— es anterior y superior a la parte —el individuo—. Y, en segundo lugar, aunque es digno y admirable ocuparse del bien de uno, mucho más lo será intentar ocuparse del de todos.

 

Entre las virtudes dianoéticas o intelectuales señaladas por Aristóteles, tiene una gran importancia la prudencia. Dicha virtud, aunque, como hemos señalado es una virtud dianoética, constituye la base y el fundamento de las virtudes éticas.

 

En este sentido, nuestro autor, entendió por prudencia la virtud mediante la cual el ser humano puede descubrir «lo que es bueno y conveniente» tanto para él como para su comunidad, o, dicho de otro modo, es la virtud que nos sirve para descubrir los medios adecuados para orientar correctamente la «acción» o la conducta moral y política.

 

Al mismo tiempo nos señala que la prudencia no es una ciencia ni un arte. No es una ciencia porque la ciencia trata del conocimiento demostrativo, y no es un arte, porque el arte se refiere a la producción de objeto (una casa, una pulsera), mientras que la prudencia se refiere a la «práctica», es decir, a nuestras conductas y a nuestras «acciones».

 

Prof. Lic. Claudio Andrés Godoy

 

Descarga
La Política del Estagirita
Para saber más sobre lo que pensaba Aristóteles sobre la Política...
Aristóteles_Política.pdf
Documento Adobe Acrobat 860.1 KB